El pasado 10 de septiembre, con motivo del 70º aniversario de la llegada a Valparaíso (Chile) del barco “Winnipeg”, con 2.365 refugiados españoles a bordo, la Biblioteca Can Mariner proyectó el documental “Winnipeg, el barco de la esperanza”. A la sesión asistieron Carme Blasco y Salomé Roset, dos de las pasajeras del “Winnipeg” que pudieron esquivar las represalias del régimen franquista gracias a esta iniciativa del poeta y escritor chileno, Pablo Neruda, más tarde Premio Nobel de Literatura.
Lo mejor de nuestro 2009. Septiembre (17) - “Winnipeg”, el barco de la esperanza botado por Neruda
Han transcurrido ya siete décadas desde que el “Winnipeg” atracó en el puerto de Valparaíso (Chile) con más de dos millares de refugiados de la guerra civil española. La victoria del general golpista Francisco Franco y la feroz dictadura instalada en el país imposibilitaban el retorn de decenas de miles de personas que malvivían en campos de refugiados instalados de manera provisional en el sur de Francia. En esta desesperada situación surgió la figura del poeta y escritor chileno Pablo Neruda, quien lideró las gestiones para hacer posible “el barco de la esperanza” –como es conocido el legendario Winnipeg- para 2.365 personas, quienes pudieron rehacer sus vidas en la patria del Nobel de Literatura. Reproducimos a continuación, como homenaje a su peripecia y a su memoria, el poema “Misión de amor” que les dedicó Pablo Neruda. Poema “Misión de amor”, de Pablo Neruda Yo los puse en mi barco.Era de día y Franciasu vestido de lujo de cada día tuvo aquella vez, fue la misma claridad de vino y airesu ropaje de diosa forestal.Mi navío esperabacon su remoto nombre “Winnipeg”Pero mis españoles no veníande Versalles,del baile plateado,de las viejas alfombras de amaranto,de las copas que trinan con el vino,no, de allí no venían,no, de allí no venían.De más lejos, de campos de prisiones, de las arenas negras del Sahara, de ásperos escondrijos donde yacieron hambrientos y desnudos,allí a mi barco claro,al navío en el mar, a la esperanza acudieron llamados uno a uno por mí, desde sus cárceles, desde las fortalezas de Francia tambaleante por mi boca llamados acudieron,Saavedra, dije, y vino el albañil,Zúñiga, dije, y allí estaba,Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,grité, Alberti! y con manos de cuarzo acudió la poesía. Labriegos, carpinteros, pescadores, torneros, maquinistas, alfareros, curtidores:se iba poblando el barco que partía a mi patria.Yo sentía en los dedos las semillas de España que rescaté yo mismo y esparcí sobre el mar, dirigidas a la paz de las praderas.