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21/01/2009 / Barcelona

Lourdes Sánchez y Magnolia Fagundes, representantes del Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra (MST): “Necesitamos más MST para lograr un Brasil más justo”

Con más de millón y medio de campesinos en sus filas, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra brasileño (MST) cumple estos días 25 años de existencia como una de las organizaciones populares más potentes y con mayor capacidad de convocatoria de América Latina. Coincidiendo con la efemérides, Lourdes Sánchez y Magnolia Fagundes, militantes del MST en el Estado de Sao Paulo, han abordado en Casa Amèrica Catalunya la trayectoria y los retos inmediatos del Movimiento. La democratización de la tierra y la reforma agraria persisten en el horizonte del MST, muy crítico con las políticas del presidente brasileño Lula da Silva, a quien acusan de favorecer a las multinacionales que progresivamente se están adueñando del campo brasileño. “Para lograr un Brasil más justo, necesitaríamos de otros MST”, comentan en la siguiente entrevista.

¿Qué balance hacen de los 25 años del MST?En estos 25 años nuestra lucha en Brasil siempre ha sido la de la democratización de la tierra.  Y hemos logrado intervenir en la estructura del campo brasileño. Hoy hay más de 370.000 familias asentadas y organizadas por nuestro novimiento. Es nuestra mayor conquista. Además, se trata de personas que estaban excluidas. EL MST ha posibilitado que tengan acceso a una vida digna, con una casa, con comida, con tierra para cultivarla, a una educación dentro de su comunidad. El MST ha conseguido en estos 25 años alfabetizar a 160.000 niños y a más de 50.000 jóvenes y adultos, y formar a muchas personas para conseguir un trabajo. Hay muchas personas estudiando gracias a los acuerdos entre el MST y más de 40 Universidades de Brasil. Haría falta que todas las organizaciones brasileñas como la nuestra, con objetivos similares, sumáramos esfuerzos. ¿Es éste el principal reto actual del MST?La democratización de la tierra y la reforma agraria siguen siendo nuestros objetivos principales. Y la transformación social, tanto de las personas del campo como las de las ciudades. Queremos un país más justo. Pero para hacer realidad esa transformación social necesitaríamos en Brasil de otros MST. ¿Esa imagen de pujanza del Brasil de Lula es real?El Brasil de Lula da Silva es el mismo del final de la dictadura y el mismo de otros presidentes. La imagen exterior de Brasil es la de un país con un papel destacado en la economía mundial, pero hay muchas personas sin tierra, en las ciudades hay mucho paro, hay trabajo semiesclavo. El Gobierno de Lula ha impulsado una alianza entre los grandes latinfundistas del país y empresas multinacionales. El acceso a la propiedad de la tierra es cada vez más dífícil. Los cultivos de etanol han proliferado para abastecer al Primer Mundo. La clase trabajadora sigue desfavorecida con las políticas del Gobierno de Lula. Brasil puede parecer una nueva ‘supoerpotencia’, pero sigue existiendo hambre, muchas personas sin vivienda, desamparadas. ¿Lula les ha decepcionado?Lula ha roto la esperanza creada durante la campaña electoral que le llevó al poder y en el inicio de su gobierno. Hoy hay una disputa en el campo brasileño. La pequeña y mediana agricultura, que produce para garantizar la soberanía alimentaria del pueblo brasileño, está en resistencia frente al gran modelo agroexportador de Brasil que a través de las multinacionales abastece el consumo del Primer Mundo. Es una lucha donde la correlación de fuerzas entre las clases sociales es cada vez más distante. Ustedes denuncian que esta dinámica comporta mayor peligro para iniciativas habituales del MST como la ocupación de tierras.Siempre se ha criminalizado al MST en Brasil. Antes, nuestros mayores enemigos eran los latifundistas y la represión del Estado. En 1996 murieron algunos compañeros en la masacre de Eldorado de Carajá, en el Estado de Pará. Hoy, producto de la alianza de Lula con las multinacionales sufrimos la represión del Estado y de la seguridad privada de estas empresas. En 2007 murió un compañero y hubo varios heridos en una ocupación de unas tierras donde se cultivaban productos transgénicos. En los últimos dos años estamos pacediendo estas dos formas de represión, que cada vez son más duras. Ante esta nueva coyuntura, ¿se plantean algún cambio en su lucha? Nuestra lucha va a continuar, independientemente de las formas de represión que podamos sufrir. Vamos a seguir luchando por la tierra y vamos a seguir denunciando a estas empresas que día a día invaden más tierras del Brasil impidiendo el acceso de muchos brasileños a esas tierras e imposibilitando que esos brasileños puedan vivir bien. La violencia en el campo a través de las multinacionales afecta no sólo a los asentamientos sino también a otras organizaciones campesinas, en especial a las de los colectivos indígenas, que luchan por la demarcación de sus tierras.