María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges, y Jorge Edwards, Premio Cervantes de Literatura, han abordado la fascinación por Oriente de dos referentes indiscutibles de la literatura en español contemporánea, el propio Borges y el poeta chileno Pablo Neruda. Con esta sesión, que ha convocado a un numeroso público, han finalizado las actividades con las que Casa Amèrica Catalunya ha conmemorado del 25 aniversario del fallecimiento de Jorge Luis Borges y que también han incluido el concierto “Un instante” con Julián Santillán y Ana Rossi y la mesa redonda “Borges hoy. Relecturas desde el presente”, con Nora Catelly, Edgardo Dobry y Jorge Carrión.
María Kodama y Jorge Edwards ponen el broche de oro a los actos de conmemoración del 25 aniversario de la muerte de Jorge Luis Borges
Marta Nin, adjunta a dirección de Casa Amèrica Catalunya, y Jorge Fuentealba, del Observatorio Iberoamericano de Asia y Pacífico de Casa Asia, han presentado el acto, en cuyo transcurso María Kodama, escritora y traductora e hija de un arquitecto japonés, ha desvelado que “el amor de Borges por Oriente nació primero por la literatura y después por sus viajes al Japón. En su primer viaje quedó fascinado y decía que era uno de los pocos países civilizados del mundo, donde la gente tenía respeto y era cortés con los otros”. Kodama también ha explicado que al escritor argentino le impactó especialmente cuando los japoneses le contaron que la guerra les hizo “mucho bien”. La que fuera secretaria personal primero y luego esposa de Borges también ha relatado que al fallecido escritor le gustaba la literatura clásica japonesa y no la moderna, donde todo quedaba “muy desvirtuado” y ha afirmado que uno de sus libros de cabecera era “Las mil y unas noches”, origen de que el sueño sea uno de los temas recurrentes en su literatura. Kodama ha apuntado, además, que Borges era un gran conocedor de los haikos, los poemas minimalistas japoneses, ya que son una “expresión de la esencia”, aquello que siempre buscaba el escritor argentino en su poesía. Por su parte, Jorge Edwards, en un tono ameno y distendido, ha explicado que la gran marca dejada por Oriente en Neruda es a través de Josie Bliss, una enigmática mujer a la que el Premio Nobel chileno conoció cuando con 22 años fue destinado como cónsul en Rangún , la capital de Myanmar (Birmania). “Bliss trabajaba de día como administrativa con los ingleses y de noche era la sirviente del poeta. Era muy celosa, no soportaba la intensa vida social de Neruda y se obsesionó con él. Hasta que una noche, a través de la mosquitera, Neruda vio la sombra de la mujer con un cuchillo... Neruda pidió irse a Ceilán (hoy Sri Lanka) para escapar de Josie Bliss y allá escribió un poema de despedida a la birmana que empezaba así “Maligna, ya habrás encontrado la carta, ya me habrás llamado perro...”. Edwards ha añadido que al cabo de un tiempo Josie Bliss se mudó a la casa de enfrente de Neruda en Colombo, la capital de Ceilán, y desde allí empezó a acosarle lanzándole piedras contra el tejado y montando escándalos en la zona. “No se sabe si él pide que la echen o se va ella voluntariamente en barco, pero Neruda va al puerto a despedirla y ella, antes de zarpar, le besa los zapatos... La marca de Josie Bliss es una marca de amor oriental, que siempre aparecerá en la literatura de Neruda: la birmana, la maligna, la terrible, la demoníaca...”, ha señalado Edwards, embajador de Chile en Francia.