Máximo Cajal, embajador de España en Guatemala en 1980, cuando el asalto de la legación por las fuerzas armadas guatemaltecas causó la muerte de 37 personas, ha participado en una sesión sobre el Archivo Histórico de la Policia Nacional de Guatemala (AHPN) y su importancia en la depuración de responsabilidades por un genocidio con 200.000 muertos y desaparecidos.
Máximo Cajal: “El asalto a la Embajada de España en Guatemala fue una película de terror”
El veterano diplomático ha dado voz al desgarrador contenido de los partes policiales que narran lo sucedido en la Embajada española, donde se habían encerrado un grupo de indígenas que protestaban por las matanzas del ejército en la región del Quiché. “El asalto parecía una película de terror. Entraron a hachazos, provocaron un incendio, dispararon...”, ha rememorado.
“Ordenaron que se acabe la ocupación a como dé lugar, una expresión muy guatemalteca que viene a significar “sin que importen las consecuencias”, ha añadido.
El resultado de la razzia fue de 37 personas muertas, “carbonizadas de medio cuerpo hacia arriba. Tuvieron que romperles las extremidades para poder colocarlos en los ataúdes”, ha explicado Cajal. En el asalto, la policía guatemalteca utilizó granadas de fósforo blanco.
Asalto al hospital
El diplomático logró sobrevivir y fue llevado a un hospital donde horas más tarde irrumpieron 8 hombres enmascarados y armados que raptaron a un indígenas superviviente del asalto que también se hallaba en el centro. Poco después, tras torturarlo, lo asesinaron y dejaron su cadáver con este letrero: “Igual riesgo correrá el embajador”.
Así las cosas, Cajal, con quemaduras en el cuerpo y sedado, fue trasladado de incógnito en el cadillac del representante diplomático de Venezuela a la embajada de los Estados Unidos. Pero fueron seguidos por la policía. Hábilmente, el diplomático venezolano logró esquivarles alegando una “improvisada inmunidad del autómovil”, ha relatado Cajal, testigo de uno de los espisodios más conocidos del terrorismo de estado de la dictadura guatemalteca de Ríos Montt.
Una joya
Junto a Cajal han intervenido en la sesión Ricard Ibarra y Fina Solà, de Archiveros sin Fronteras (AsF), organizadores del acto, y Carles Llorens, director de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD), que ha colaborado en las tareas de recuperación del AHPN.
“El Archivo de la Policía Nacional de Guatemala es una joya que nos ilustra sobre lo que puede llegar a ser la barbarie humana”, ha afirmado Llorens.