Esta web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerte un mejor servicio. Al navegar, consideramos que aceptas su uso. Más información

Aceptar
28/02/2008 / Barcelona

Multitudinario adiós al escolapio Alejandro García-Durán, el “padre Chinchachoma”, en la presentación de su biografía

El Auditorio de la Fundación Casa Amèrica Catalunya ha quedado al completo al acoger a la gran cantidad de público que ha asistido a la presentación del libro “Chinchachoma. Escolapio y callejero mexicano por convicción” (Milenio, 2008), de Daniel Touron y Pilar Garcia-Sedas, en lo que ha sido uno “acto de reconocimiento póstumo” a este catalán recordado con aprecio por todos aquéllos a quien ayudó, especialmente en México. Alejandro García-Durán –o “padre Chinchachoma”, tal y como el bautizaron los niños de la calle mexicanos– llegó a México en 1972 como profesor; enseguida se dedicó en mejorar las condiciones de vida de los niños de la calle, con la creación de hogares de acogida y de otros proyectos pedagógicos, hasta el fin de sus días, en 1999. Con prólogo del ex-presidente de la Generalitat de Catalunya, Pasqual Maragall, la obra recorre la lucha al lado de los más desfavorecidos de esta figura que muchos definen, de manera sencilla pero profundamente sentida, como “un hombre bueno”.

Pilar García-Sedas, coautora del libro, ha abierto el acto de presentación en el que también han intervenido el editor Lluís Pagès; Eduard Luque, de Educación sin Fronteras; y el escritor mexicano Jordi Soler, quién coincidió con “el padrecito” en diversas reuniones e iniciativas asociativas en el Distrito Federal. “Lo que más admiro de Chinchachoma”, ha declarado Soler, “es que sabía como ayudar a la gente necesitada”. “Me impresionaba el personaje, pero sobre todo me impresionaban sus argumentos y su enorme bondad”, ha añadido. Eduard Luque fue profesor a la escuela Juan XXIII de Terrassa, fundada a iniciativa del padre Alejandro García-Duran, que tras las inundaciones de 1962 organizó todo el movimiento asociativo del barrio de Las Arenas. Según Luque, la tarea del escolapio se caracterizaba por ser “un elemento de cohesión social, de intervención social, en un contexto complejo” –tanto en Terrassa, como en el barrio de La Sagrera de Barcelona o en México. “Como ONG, en Educación sin Fronteras nos enfrentemos con retos parecidos a los de aquella época”, ha afirmado, “tenemos que aprender del ejemplo de Alejandro.”  Muy emocionada, Pilar García-Sedas ha agradecido el apoyo de la familia García-Durán y de todos los colaboradores que han hecho posible esta obra, como por ejemplo la Fundación Àngel Blau, “continuadora de la obra de Chincha” en México, con sede en Barcelona.