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05/07/2007 / Barcelona

Osvaldo Romo, uno de los más crueles torturadores de la dictadura de Pinochet, será enterrado hoy entre fuertes medidas de seguridad

Osvaldo Romo Mena, considerado uno de los más destacados torturadores durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, murió el 4 de julio a causa de un paro cardiorrespiratorio en un hospital carcelario. Romo, de 70 años, estaba involucrado en más de un centenar de casos de detenidos desaparecidos y sumaba condenas a 92 años de prisión. Entre los casos por los que fue procesado y condenado figura el secuestro y la desaparición del sacerdote español Antonio Llidó Mengual. Como prueba de su desprecio a la condición humana, Romo dijo en una ocasión que le gustaba el calificativo de “torturador” como epitafio para su tumba.

Osvaldo Romo Mena, considerado uno de los más destacados torturadores durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, murió el 4 de julio a causa de un paro cardiorrespiratorio en un hospital carcelario. Romo, de 70 años, estaba involucrado en más de un centenar de casos de detenidos desaparecidos y sumaba condenas a 92 años de prisión. Entre los casos por los que fue procesado y condenado figura el secuestro y la desaparición del sacerdote español Antonio Llidó Mengual. Como prueba de su desprecio a la condición humana, Romo dijo en una ocasión que le gustaba el calificativo de “torturador” como epitafio para su tumba.
 
Entre los casos por los que Romo fue condenado se halla el del secuestro y  desaparición del sacerdote español Antonio Llidó Mengual. El religioso llegó a Chile en 1969 y desarrolló su misión pastoral y social hasta septiembre de 1973 en la ciudad de Quillota, a 100 kilómetros al norte de Santiago. Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de ese año, se refugió en la capital chilena, donde fue detenido un año después. Llidó, de 38 años cuando fue detenido, era miembro del movimiento Cristianos por el Socialismo y fue visto por última vez con vida en un centro de detención conocido como Cuatro Álamos.
 
Además, Romo Mena fue condenado por los casos de la periodista Diana Aron Svigilsky, el contador Manuel Cortez Joo y Ofelio Lazo, todos militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) detenidos y desaparecidos en 1974. El torturador jamás se arrepintió de sus crímenes; hace algunos años, en una entrevista con el Canal Univisión, afirmó que el gran error de la dictadura de Pinochet (1973-1990) fue haber dejado izquierdistas vivos.
 
Una cosa buena
“Yo siempre le decía a mi general (Manuel Contreras, jefe de la Dina, la policía secreta de la dictadura) que no hay que dejar a ningún periquito vivo”, afirmó en esa ocasión, en la que además nombró a cuatro dirigentes socialistas a los que, si tuviera la ocasión, asesinaría. Sobre el epitafio en su lápida mortuoria, añadió: "Podría decir... un torturador. Para mí eso es una cosa buena. Yo creo que lo que hice lo volvería a hacer".Algunos supervivientes de la Villa Grimaldi, el más conocido centro de torturas de la Dina, han asegurado que Romo era un sádico que no sólo violaba personalmente a las prisioneras, sino que además utilizaba perros y les introducía ratas en la vagina; además, se solazaba especialmente con la aplicación de electricidad, sobre todo si el torturado era algún antiguo conocido.
 
¿Traidor o infiltrado?Romo Mena se hizo conocido antes del golpe militar de septiembre de 1973 como agitador ultraizquierdista en barrios obreros, miembro del Partido Socialista Popular y simpatizante del MIR. Tras el golpe, apareció en los mismos barrios, de uniforme militar deteniendo a sus amigos y conocidos; en los círculos de izquierda todavía se debate si cambió de bando o fue siempre un infiltrado en el movimiento popular.