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20/07/2007 / Barcelona

Reacciones a la muerte de Roberto Fontanarrosa, escritor, periodista y dibujante argentino de referencia

La muerte del escritor, periodista y dibujante argentino, Roberto Fontanarrosa, ha provocado una profunda consternación. Millones de argentinos lloran el fallecimiento del Negro. Las incesantes muestras de dolor y de respeto se suceden. Por todo el mundo, amigos, colegas y admiradores homenajean a Roberto Fontanarrosa recordando su figura y su trabajo. Se lo llevó una enfermedad neurológica degenerativa a los 62 años, pero nadie duda de que nunca caerá en el olvido. Estas son algunas de las reacciones surgidas a raíz de la desaparición del genial creador, entre otros, de Inodoro Pereyra, el Renegáu y Boggie el aceitoso.

La muerte del escritor, periodista y dibujante argentino, Roberto Fontanarrosa, ha provocado una profunda consternación. Millones de argentinos lloran el fallecimiento del Negro. Las incesantes muestras de dolor y de respeto se suceden. Por todo el mundo, amigos, colegas y admiradores homenajean a Roberto Fontanarrosa recordando su figura y su trabajo. Se lo llevó una enfermedad neurológica degenerativa a los 62 años, pero nadie duda de que nunca caerá en el olvido. Estas son algunas de las reacciones surgidas a raíz de la desaparición del genial creador, entre otros, de Inodoro Pereyra, el Renegáu y Boggie el aceitoso.
 
 
Sebastián Masana, periodista y escritor argentino. Hijo de Gerardo Masana, fundador del grupo Les Luthiers, en la actualidad es investigador del Centro de Estudios Internacionales y de Educación para la Globalización.
 
“Conocí personalmente a Fontanarrosa por primera vez a fines de los años 70, durante una convención de historietistas. Yo tenía once años y estaba a punto de ingresar a una academia de dibujo de historietas a la que asistiría durante varios años. El Negro me hizo un dibujo de Inodoro Pereyra con Mendieta, que todavía conservo. Por aquella época yo era todavía un niño y ya consideraba al Negro como un maestro. Con los años tuve la oportunidad de tener una relación mucho más cercana. Nunca dejé de admirarlo y de seguir de cerca toda su producción. Me impactó la forma en que, en los últimos años, su obra literaria fue creciendo en calidad aceleradamente, trascendiendo los límites del humor -aunque sin abandonarlo- y avanzando hacia la generación de distintos tipos de climas y situaciones. Algunos de sus cuentos son obras maestras del terror o el género fantástico. Si su camino no se hubiera detenido, seguramente con el tiempo hubiera sido reconocido por el mundo literario como uno de los más grandes escritores argentinos, sin distinción de género”.
 
 
Vladimir Flórez, Vladdo, periodista y humorista gráfico colombiano. Creador, entre otros personajes, de Aleida, una mujer que despotrica de los hombres, el amor, el sexo y la pareja.
 
“Conocí a Roberto Fontanarrosa hace cerca de 20 años, cuando fue a  una de las primeras ferias del libro en Bogotá. Era una uno de esos colegas entrañables a los que uno deja de ver por años, pero a la siguiente vez que te los encuentras, es como si el tiempo no hubiera transcurrido. Así fue en febrero pasado, cuando estuvimos como conferenciantes en el Festival de las Artes en la ciudad de  Barranquilla, Colombia. No lo veía desde hacía varios años, pero fue tan efusivo y cariñoso como siempre. Aunque ya estaba muy limitado en su movilidad, rebosaba de genialidad y simpatía. Me dio mucho pesar verlo tan disminuido físicamente, pero me impresionó cómo sobrellevaba su enfermedad con gran dignidad y entereza. Y a veces hasta se burlaba de su propia situación.
 
Con la muerte del Negro, la Argentina no sólo pierde a un gran  dibujante, a un brillante humorista y a un magnífico escritor, sino también a un gran tipo, a una persona buena, de las mejores que he conocido. A manera de consolación, nos queda la certeza de que genios como él no mueren cuando se les acaba la vida, porque es justamente así como entran en la inmortalidad.
 
 
Horacio Altuna, humorista gráfico argentino, colaborador habitual de El Periódico de Catalunya y amigo de Roberto Fontanarrosa. Durante casi 20 años compartió con “El Negro” la última página del diario argentino Clarín.
 
“La noticia de su muerte no por esperada me ha dejado menos desolado. Fontanarrosa es un referente en todos los sentidos, tanto profesional como humano. En Argentina es más popular que Quino. Quino es más universal pero Fontanarrosa es más cercano a la gente. Todo lo que hacía lo hacía pensando en el público argentino. Era un excelente dibujante y un excelente guionista que durante mucho tiempo ha sido un observador crítico - y muy valioso – de la realidad. Era una persona comprometida, pero su humor era limpio, lúcido, sin ningún ingrediente corrosivo o protestón. Su ausencia no se puede llenar de ningún modo”.
 
Mario Casartelli, compositor, cantante y poeta paraguayo, también conocido por sus dibujos en el terreno periodístico.
 
“Pienso en la muerte de un gran poeta peruano, José Watanabe, recientemente fallecido y en las palabras de otro par suyo, Arturo Corcuera, quien entonces confesó que, si la muerte diese opciones, él se hubiera ofrecido gustosamente a reemplazarlo. Algo parecido es lo que siento ante la muerte de Fontanarrosa. A este tipo de personajes los creemos eternos, y cuando mueren el sabor a la orfandad nos vapulea.
 
La muerte del Negro Fontanarrosa, aunque sabíamos que ya se venía, no la esperábamos ni la queríamos. Su enfermedad fue injusta (¿qué enfermedad no lo es?) A partir de ahora, hacemos un repaso de su labor, de su trayectoria, de su obra y repetimos de siempre: el humor es algo serio. Le tocó vivir tiempos terribles cuando la feroz dictadura militar argentina jugaba a los muñecos con cosas "que no tienen repuesto", como decía Serrat. De ahí los 30.000 desaparecidos. Fontanarrosa, con el arma que mejor conocía, el humor - aunque también fue un narrador excelentísimo -, con sus colegas de la legendaria revista "Humor Registrado", y bajo riesgo de engrosar la lista de las víctimas, desplegó durante décadas su trazo peculiar, sacudiendo a través de la risa, la cruel idiotez de una sociedad banalizada hasta el hartazgo".
 Con su "Boogie, el aceitoso", delineó con precisión el perfil de un personaje surgido de la mafia imperialista. Con "Inodoro Pereyra", escarbó en las raíces del gaucho sudamericano, ese ser entregado a una suerte cotidianamente adversa pero capaz de reírse de sí mismo. ¿Qué más? En los últimos tiempos, ya imposibilitado de articular sus propios miembros, siguió pergeñando chistes memorables, con el trazo de otro gran humorista argentino: Christ. Con él me tocará ser miembro del Jurado en un Concurso de Humor en Porto Alegre, Brasil, el próximo agosto. Y sé que lo acosaré con preguntas en torno al Negro inolvidable. Vaya consuelo”.