El mundo vive hoy en estado de alarma y expectación con motivo de la pandemia del COVID-19. Desde Casa Amèrica Catalunya, abordamos esta situación desde diferentes puntos del continente americano. Esta semana hemos hablado con el periodista uruguayo Roger Rodríguez, que en 2011 recibió el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, hoy Premio a la Libertad de Expresión Antoni Traveria en honor al que fuera director de nuestra entidad e impulsor del galardón. “La gente encerrada en sus cuarentenas depende de la información, por eso es mayor la responsabilidad de la prensa”, apunta Roger Rodríguez.
Roger Rodríguez, periodista: 'Con esta pandemia la humanidad se reitera en sus miedos, errores y pasiones'
¿Cómo percibe que se está viviendo en su país la crisis sanitaria internacional provocada por el coronavirus?
Los uruguayos viven el coronavirus con miedo, inconciencia, solidaridad y desinformación. Miedo por las muertes que se registran a nivel mundial y por el encierro voluntario que la mayoría ha aceptado; inconciencia por parte de un 10% de la población (de todos los estratos sociales) que no toma los recaudos necesarios para evitar el contagio; solidaridad desde sectores vulnerables que inmediatamente generaron ollas (colectas) populares para atender a los más necesitados; y desinformación, porque los medios de comunicación han decidido mantenerse en línea con la información oficial del gobierno, lo que impide conocer o debatir alternativas a la política y estrategia establecidas desde el Estado.
¿Qué reacciones, impactos o lecturas le generan las noticias que llegan desde Europa?
En lo personal, analizo la información internacional y observo que los alineamientos editoriales de agencias y medios periodísticos alternan entre las cifras de las muertes como nota sensacionalista al contabilizarlos en estadísticas y ranking, y datos macroeconómicos que justifican el costo humano y social en pro de la continuidad del motor económico de los grandes inversores y el sistema financiero. No veo sensibilidad humana ante la pandemia y las noticias se quedan en el show mediático del aplauso a los trabajadores de la salud, las notas de color por algunas curiosidades individuales o historias de náufragos varados en algún punto del mundo ante el cierre de fronteras. No hay una lectura sobre el origen y la consecuencia del coronavirus.
¿Siente que la ciudadanía muestra confianza hacia el gobierno de la nación?
En Uruguay, las encuestadoras establecen un mayoritario registro de aceptación al nuevo presidente, el nacionalista Luis Lacalle Pou, a quien sólo votó un 30% de electores en los comicios de 2019 pero, con una alianza de partidos conservadores, ganó el ballotage al candidato del Frente Amplio, coalición de izquierda que gobernaba desde hace 15 años. Lacalle Pou (hijo del presidente neoliberal que gobernó a principios de los 90) declaró la emergencia sanitaria 13 días después de asumir la presidencia el 1 de marzo y ha mantenido una línea de aparente transparencia con conferencias de prensa diarias que se transmiten en directo en los informativos centrales de televisión. La ciudadanía, en cuarentena voluntaria, quiere creer, necesita tener confianza en el nuevo gobierno.
¿Qué opinión le merece el sistema sanitario de su país?
El sistema sanitario uruguayo tuvo una importante mejora y amplió la inclusión social en la última década, en la que se fortaleció el sector público y se amplió la cobertura médica del sector privado a través de un programa llamado FONASA, que financia el sistema a través de un impuesto a los ingresos. El nuevo gobierno designó al frente del Ministerio de Salud Pública a un miembro del partido más conservador de la alianza, Cabildo Abierto, liderado por el excomandante en jefe del Ejército, General Guido Manini Ríos. El ministro Julio Salinas está siendo asesorado por un grupo de médicos y militares procedentes del Hospital Militar que imponen una estrategia de guerra al coronavirus. Se mantienen las cifras estadísticas limitando los testeos a los que presentan síntomas de la enfermedad y se aprontaron los centros de atención con CTI y respiradores como si fuera un hospital de campaña. Han renunciado técnicos en epidemiología y hay visiones críticas que no terminan de expresarse. A un mes de la crisis sanitaria se reabrieron las escuelas rurales (algunos sugieren que es para no perder las zafras de estación, particularmente la soja) y se permitió que 45 mil trabajadores de la construcción volvieran a las obras…
¿Qué reflexiones personales le surgen a raíz de esta situación?
Temo que el proceso se dispare en mayo y Uruguay sufra una situación grave que no quiero siquiera imaginar.
En estos días, ¿piensa en algún libro, alguna canción, obra de teatro, película…?
He leído y replicado en mi página Facebook párrafos de distintas obras que dieron cuenta de plagas y epidemias. Desde Procopio en la Guerra Persa o La Guerra del Peloponeso de Tucídides, antes de Cristo; pasando por el Decamerón de Giovanni Boccaccio, el Diario del año de la Peste de Daniel Defoe, La peste escarlata de Jack London y La Peste de Albert Camus, hasta llegar a La tierra permanece de George R. Stewart, La Amenaza de Andrómeda de Michael Crichton, y el Ensayo sobre la ceguera de José Saramago… En todos ellos hay espejos de lo que está ocurriendo y, uno puede concluir que la humanidad se reitera en sus miedos, sus errores y sus pasiones.
¿Qué repercusiones puede traer consigo esta crisis en su ámbito profesional?
El periodismo está en crisis desde hace tiempo. La reconversión tecnológica y el surgimiento de modernas plataformas ha debilitado a los medios tradicionales y fortalecido a los nuevos sistemas de difusión. La participación del usuario en redes sociales y la utilización de la comunicación como herramienta de desinformación provocó la peor epidemia en el periodismo: el descreimiento. Tanta comunicación se transformó en ruido y cuando se puede creer en todo lo que se lee en posteos de 280 caracteres o se es víctima de tanta fake news, al final no se cree en nada. Hoy la gente encerrada en sus cuarentenas depende de la información, por eso es mayor la responsabilidad de la prensa, aunque no será fácil ganarle a los algoritmos informáticos que crean la noticia a gusto del consumidor. El periodismo seguirá siendo periodismo, a pesar de cualquier crisis y mientras se necesite buscar la verdad, porque sin ella no existe la libertad. Si vienen tiempos autoritarios, como algunos pronostican, más necesaria será esa búsqueda.
¿La pandemia puede agudizar tensiones entre los países latinoamericanos? ¿Es de esperar el conflicto entre fronteras?
No creo que en el plazo inmediato se produzcan semejantes conflictos. Las tensiones de fronteras se generan cuando de un lado quieren que alguien salga y del otro no se desea que entre. Hoy todos se encierran en sí mismos. Quizás sea más probable que aparezcan conflictos internos y no faltará quien intente externalizarlos para propiciar sentimientos nacionalistas. Todavía estamos en la tormenta del coronavirus, con la opción de que nazcan nuevos sentimientos en la humanidad al comprender la banalidad del consumismo, o que se impongan las ambiciones más retrógradas de quienes manejan una economía global que puede explotar en su peor crisis.
¿El coronavirus puede sofocar el futuro empuje de los importantes movimientos sociales que surgieron en numerosos países de la región latinoamericana?
Quizás pueda cambiar los ejes de algunos debates, pero no cambiará el empuje de las fuerzas sociales que se han venido expresando ante las injusticias del sistema. Es Física: la presión sobre un cuerpo provoca tensión, energía y, eventualmente, explosión. Si es opresión, más fuerte será la reacción.
¿Cómo cree que esta crisis cambiará nuestra manera de entender el mundo? ¿De qué forma considera que lo observaremos en nuestras vidas?
Insisto en que todavía es prematuro visualizar el futuro, cuando la pandemia no ha sido controlada y, si existe una cura, todavía no se ha instrumentado su acceso global. Los tiempos de cuarentena pueden generar uniones y separaciones sociales en la familia, en los grupos de interés, en las formas de ver algunas cosas, pero no soy optimista para los tiempos inmediatos. Pienso que hay más cerebros pensando en cómo controlar a la sociedad que en cómo controlar al coronavirus y sus futuras mutaciones. El poder planifica en décadas futuras, el sometido solo piensa en su sobrevivencia. Por eso se necesitan ideas y liderazgos.
Imagen central: Roger Rodríguez en Casa Amèrica Catalunya. Año 2011.
Imagen lateral: Roger Rodríguez, acompañado por Antoni Traveria, muestra el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica 2011, una litografía obra del dibujante argentino Rep.