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28/12/2006 / Barcelona

Serie “Colombia y el periodismo”, por Bernardo Gutiérrez, de Medios para la Paz: “Los medios informativos y el análisis de la realidad” (XII)

Tras unas semanas de paréntesis, retomamos la radiografía que de la realidad social, política y económica de Colombia viene efectuando el consagrado periodista y analista Bernardo Gutiérrez, miembro de Medios para la Paz, corporación galardonada con el premio Catalunya a la Libertad de Expresión 2006 concedido por Casa Amèrica Catalunya. “Hace unos años, durante una visita del entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton a Colombia, la viuda de un militar muerto combatiendo el narcotráfico, que había sido llevada en compañía de otras viudas de militares a una custodiadísima guarnición para ser presentada al presidente norteamericano, no resistió el dolor del momento y de manera espontánea se echó en brazos del mandatario norteamericano, y las cámaras captaron el leve estremecimiento de los sollozos de la joven viuda...”

Tras unas semanas de paréntesis, retomamos la radiografía que de la realidad social, política y económica de Colombia viene efectuando el consagrado periodista y analista Bernardo Gutiérrez, miembro de Medios para la Paz, corporación galardonada con el premio Catalunya a la Libertad de Expresión 2006 concedido por Casa Amèrica Catalunya. “Hace unos años, durante una visita del entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton a Colombia, la viuda de un militar muerto combatiendo el narcotráfico, que había sido llevada en compañía de otras viudas de militares a una custodiadísima guarnición para ser presentada al presidente norteamericano, no resistió el dolor del momento y de manera espontánea se echó en brazos del mandatario norteamericano, y las cámaras captaron el leve estremecimiento de los sollozos de la joven viuda...
 
El presidente Clinton, que no era nada malo para aprovechar oportunidades, la abrazó a su vez, y después de unos instantes le preguntó qué le pasaba. Ella le dijo, con mucha dignidad, que a pesar del sacrificio de su marido, ella y su hijo no tenían casa propia, y que las autoridades colombianas poco caso le habían hecho.
 
Es fácil imaginar lo que siguió: le ofrecieron casa, las autoridades colombianas prometieron ocuparse de ella, etcétera... El momento fue muy emotivo, y fue visto por millones de personas en Colombia y en el país del presidente Clinton. Unos meses después de esta escena, quizás siete u ocho meses después, un periodista regional —un “cargaladrillos— tuvo la idea de buscar a la viuda para ver qué había sido de las promesas emitidas durante ese día en Cartagena. La joven viuda, con mucha dignidad, le dijo al periodista que no había sucedido nada, que aún no tenía casa propia, y que ella y su hijo se estaban arreglando en la vida gracias al apoyo de su familia. Nunca más se volvió a hablar de la señora.
 
Noticias de impacto
Pero volvamos al tema del niño que necesita un transplante de hígado: a nadie le extrañará que el protagonista haya sido el niño, no la pobreza y el abandono de los niños, y que una vez conseguido el transplante de hígado el tema se haya olvidado, y otro tema igualmente impactante haya aparecido para ocupar las primeras planas. No importa que paralelamente haya miles y miles de niños con necesidades, no ya de ningún transplante, sino innumerables, tremendas, dolorosas, con seguridad mucho más graves.
 
Es evidente que estaría en el poder del medio de comunicación agitar energías en la sociedad, y promover acciones para paliar el dolor y el abandono. Pero no se hace así. Por muchas razones que conocemos, muchas de ellas válidas, lo reconozco. Se me dirá que los medios no son agitadores políticos ni sociales, y es cierto, y que no están para salvar a la niñez desvalida. Pero entonces cabe preguntarse: ¿dónde se fija la delgada línea que señala la distancia que los medios de comunicación deben guardar entre los acontecimientos y los análisis de las causas de esos acontecimientos? Sucede que, muchas veces, la escueta contextualización de los hechos conduce a la denuncia de lo que los produce. La responsabilidad de nuestro hipotético medio de comunicación no fue más allá de la consecución del hígado para el niño. Y aquí radica el olvido de su deber como informador.
 
 
Verdad y subversión
Con razón decía un famoso periodista que desvelar la verdad es un acto subversivo. En el caso de nuestros países, ir más allá del caso del niño y su hígado fracasado pondría en evidencia, por fuerza, el sistema que condena a los niños al abandono. Y por supuesto que la inmensa mayoría de los grandes medios no tiene interés en hacer eso. Porque por lógica ello implicaría cuestionar el sistema que tiene a esos miles de niños abandonados. Sistema al cual el medio pertenece, es parte integrante de él, propiciador y beneficiario, aunque eso no sea evidente a primera vista.
 
Pero todavía hay que ir más allá, pues este mecanismo evasor no es muy sofisticado: no basta callar para ocultar la realidad. Cualquier lector más o menos desprevenido, cualquier ciudadano, puede penetrar este rudimentario velo, y con un poco de agudeza encontrar lo que está detrás. El mecanismo no es eficiente del todo.
 
Entonces se hace necesario levantar otras estructuras para que el  primer plano que llega al público sea contundente, y no se pueda desarmar con facilidad, a simple vista. Hay que edificar otra realidad, más aceptable, más positiva, más optimista, desde luego menos polémica, si se quiere, que, partiendo de la realidad que intentamos velar, que se presenta confusa y complicada, se modifique de tal manera que el público, las audiencias, el consumidor de la información, encuentre allí un mundo que lo tranquilice, que lo conduzca al reposo, que lo adormezca, que no lo inquiete.
 
Primera plana
No es necesario mentir de manera flagrante: basta trastrocar el orden en las magnitudes de los hechos sociales, el significado de las noticias y de los análisis, dando primacía, poniendo en la primera plana, acontecimientos cuyo análisis y descripción no amenace el orden de las cosas, y enviando a las trastiendas de la información, para que la sociedad no se fije mucho en ellos, a hechos y dinámicas que no se ajusten a la idea de sociedad que se quiere presentar.
 En este sentido, lo que estamos describiendo es el comportamiento de los medios, la conciencia de los medios. Por supuesto, hablo de la mayoría, estoy generalizando en aras de esta exposición, ya que hay otros medios de información que no se ajustan a las características de los que aquí describimos, medios honestos y valientes a veces, que de todas maneras sólo llegan, por lo general, a audiencias reducidas. Hablo de revistas universitarias, órganos académicos, voceros de organizaciones sociales, medios de análisis, etc., que por su naturaleza no tienen mucha difusión masiva”.