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04/03/2008 / Barcelona

Un estudio pionero en Europa sobre los efectos a largo plazo del consumo de ayahuasca apunta la ausencia de daños neuropsicológicos relevantes

Los investigadores del Hospital de Sant Pau de Barcelona, José Carlos Bouso y Jordi Riba, dirigen un estudio de campo pionero en Europa sobre los efectos a largo plazo de la ingesta de ayahuasca. Trabajan con un grupo de unos 70 voluntarios seleccionados de forma rigurosa a los que someten a una complejas pruebas neuropsicológicas y de resonancia magnética. “Hemos cuidado de forma exquisita las variables que pueden confundir a la hora de interpretar los resultados”, subraya el doctor Riba, quien apunta que los primeros resultados preliminares obtenidos de los datos de las pruebas neuropsicológicas señalan que “estos consumidores de ayahuasca no se distinguirían del resto de población que no toma drogas”. José Carlos Bouso y Jordi Riba han presentado su investigación en Casa Amèrica Catalunya acompañados del especialista en etnopsicología, Josep Maria Fericgla.

Hasta ahora sólo se conocían un par de trabajos científicos similares a los suyos realizados en Brasil con consumidores habituales de ayahuasca. De hecho, usted, doctor Bouso, ya ha estado allá haciendo trabajo de campo con estos colectivos. ¿En qué se diferencia esta investigación del Centro de Investigaciones Médicas (CIM) del Hospital de Sant Pau de Barcelona? José Carlos Bouso: La que estamos haciendo en España es más rigurosa pues utilizamos tecnología muy sofisticada a diferencia del hecho de irte a la selva con cuestionarios que debes traducir, que tienen cierto sesgo de traducción cultural... Aquí hemos seleccionado bien a las personas, que pasan por test de orina de drogas para asegurarnos que sólo consumen ayahuasca o como mucho fuman cannabis, que ha habido un periodo de abstinencia entre la última toma y la evaluación para que los datos obtenidos no se confundan con efectos de restos residuales del consumo agudo... Una serie de ventajas que no tenemos en Brasil. Y también está la parte estrella de nuestro proyecto:  les hacemos resonancia magnética para ver si las estructuras cerebrales y la comunicación entre ellas permanecen intactas. Son consumidores que han tomado ayahuasca como mínimo en 50 ocasiones y les tenemos durante 15 días sin tomar la sustancia para poder estudiar su cerebro en ‘estado natural’. Ahí les hacemos la batería complejísima de pruebas neuropsicológicas: retención, memoria, planificación, toma de decisiones, solución de problemas... junto a una resonancia magnética que mide las estructuras cerebrales -si están intactas o no- y el flujo cerebral, que el riego sanguíneo sea el adecuado, sin alteraciones. Hemos terminado de evaluar a todos los sujetos y estamos ya trabajando con los datos. Jordi Riba: En España estamos trabajando con un grupo de 70 personas, lo que estadísticamente da cierto poder a las conclusiones que se obtengan. Y además, en la resonancia intervienen unas 23 personas, lo que permite también extrapolar las conclusiones obtenidas. En el análisis de las resonancias y las pruebas neuropsicológicas no estamos encontrando grandes cosas. Sí que en uno de los estudios de Brasil hemos encontrado cierta mejoría en algunas funciones neuropsicológicas y menor índice de psicopatologías. Pero es una metodología con muchas pegas, que las complementa un segundo estudio brasileño y lo redondeará este estudio en España, donde hemos cuidado de forma exquisita las variables que pueden confundir a la hora de interpretar los resultados. Así pues, ¿lo que dibuja ese estudio brasileño también se apunta en los datos parciales que ya manejan? Jordi Riba: De los análisis preliminares de las pruebas neuropsicológicas –ahora mismo estamos trabajando con las resonancias– parece que no haya diferencias, que estos consumidores de ayahuasca no se distinguirían del resto de la población ‘sana’ y ‘normal’, que no tuviera trastornos psicológicos o psiquiátricos y que no tomara drogas... Pero es a priori, preliminar. En nuestra muestra, la edad media es de 43 años, pero son voluntarios y por lo tanto no es representativo de la población española que toma ayahuasca. Como tampoco lo es el hecho de que las 2/3 partes sean mujeres. También hay algunos de 18 o 19 años que han estado expuestos desde niños al consumo de ayahuasca porque sus padres estaban involucrados en los rituales del Santo Daime y ahora están en la Universidad y a priori no dirías que hayan salido peor parados que otros que no se hayan expuesto nunca... Doctor Bouso, usted también ha estudiado en profundidad el MDMA, conocido comúnmente como éxtasis. ¿Acciona de forma parecida a la ayahuasca? José Carlos Bouso: Éxtasis y ayahuasca comparten sólo su acción sobre el sistema de neurotransmisión cerebral. Pero los efectos no tienen nada que ver. Hay algunos datos de que un consumo continuado de éxtasis puede provocar repercusiones en funciones cognitivas como la memoria, especialmente. Con la ayahuasca está menos claro, pero en principio la ayahuasca sería menos tóxica. Pero es pronto para sacar conclusiones al respecto porque sólo hay un par de estudios publicados sobre la ayahuasca, y uno de ellos carece siquiera de grupo de control. Hasta que no haya cuatro o cinco estudios publicados –hay dos en marcha en Brasil además del español- será más fácil obtener conclusiones. ¿Qué consecuencias puede tener una mala toma de ayahuasca? Jordi Riba: Una mala toma de ayahuasca puede ocasionar una ansiedad importante. Si esta persona decide no tomar más, con el paso del tiempo esto cesa y aquí terminó todo. No hay deterioros cerebrales irreversibles. Sí se han descrito casos de muertes con la toma de ayahuasca. En ocasiones se ha tratado de gente de edad avanzada y enferma, diabéticos... Si uno no está con una salud óptima puede tener problemas. José Carlos Bouso: No deberían tomar ayahuasca gente con predisposición a sufrir trastornos psiquiátricos. Son candidatos a que una mala experiencia, que puede ser en principio simplemente un proceso de ansiedad, en este juego de vulnerabilidad donde corretea la psicosis, una situación estresante desencadene un brote en personas con antecedentes de esquizofrenia o psicosis. Y ya es más irreversible, porque son trastornos crónicos y no crisis de ansiedad limitadas en el tiempo.