Esù llegó a las costas atlánticas con los esclavos africanos, fruto de un
comercio y una economía de producción sin escrúpulos, a los que nunca
trató como personas. Aquellos hombres y mujeres no pudieron llevarse
nada de su patrimonio material. El espiritual, en cambio, viajó con ellos
y ellas en la oscuridad de las bodegas de los barcos europeos. El Orishà
Esù, el guardián de los caminos y los cruces, el que amenaza las certezas
llenándolas de dudas, pronto se convirtió en el Diablo según la traducción
misionera.
Hoy en día, esta divinidad africana todavía ilumina la espiritualidad de
muchos latinoamericanos y caribeños. El trabajo de Medianoche en la
Encrucijada nos permite acercarnos, tocar y perdernos en diferentes direcciones
en un trayecto que recorre Benin, Haití, Brasil y Cuba, comprobando
los cambios de aspecto y referencias orales que ha sufrido Esù
según haya sido su puerto de llegada.
En un mundo cada vez más abocado a los absolutismos, empecinado
en marcar a hierro al rojo vivo aquello que comporte pluralidad de creencias,
el trabajo de Bruno Morais y Cristina De Middel se aleja de la
oscuridad y nos invita a la reflexión, documentando uno de los supervivientes
espirituales de la diáspora más deshumanizada de la humanidad.
Y nos coloca ante una mirada respetuosa y vivencial de aquello
incomprensible que siempre es la fe de los otros.
Marta Nin i Camps
